De repente, la máscara se desprendió del árbol y cayó al suelo, rompiéndose en pedazos. El humo negro se disipó, y la sala quedó en silencio. Clara y Javier se abrazaron, aliviados de que todo hubiera terminado. Pero el padre Miguel les advirtió que debían estar atentos, ya que el espíritu podría intentar regresar.
Los días siguientes fueron tranquilos, y la familia Hernández comenzó a recuperar la normalidad. Pero una noche, mientras Clara estaba sola en la sala, escuchó un susurro. "No he terminado contigo", dijo una voz fría y siniestra. Clara se giró y vio una sombra oscura en la esquina de la sala. Sintió un terror profundo y supo que el espíritu no se había ido del todo.
Decidida a proteger a su familia, Clara buscó la ayuda de un chamán local, conocido por su habilidad para tratar con espíritus malignos. El chamán, un hombre de pocas palabras pero con una presencia poderosa, aceptó ayudarles. Realizó un ritual en la casa, utilizando hierbas y amuletos para purificar el lugar.
Durante el ritual, la sombra oscura apareció de nuevo, pero el chamán no se inmutó. Con calma y determinación, recitó cánticos antiguos y lanzó polvos sagrados sobre la sombra. Poco a poco, la sombra comenzó a desvanecerse, y una sensación de paz llenó la sala.
Continuará…